lunes, 27 de julio de 2015

El segundo Tour para Froome. El segundo para Quintana.

Finalizó el Tour 2015, donde se coronó por segunda vez en París al británico Chris Froome, donde también por segunda vez Nairo Quintana ocupará el segundo lugar en el cajón. El tercer lugar queda reservado para Valverde y sus lágrimas de emoción –que resumen una carrera y una mentalidad a la hora de preparar temporadas-; en una estampa que no se repetía desde 2011, con dos corredores del mismo equipo en el podio, pero sin ganar la carrera.


Tras una primera semana en la que se generaron más diferencias de las que se estimaban en la previa –antes del primer final en alto, Froome ya sacaba más de un minuto a Contador, dos a Nairo y casi dos y medio a Nibali-, se afrontó La Pierre de San Martin. En ese momento, con un SKY espectacular –3 corredores entre los 6 primeros de la etapa, incluyendo triunfo- la carrera quedó sentenciada, con sus rivales más directos a 3 minutos del británico Froome.

Más allá del golpe real a sus rivales, se demostró que lo más duro fue el golpe moral, ya que en las siguientes jornadas pirenaicas no pasó absolutamente nada; no sabemos si por falta de fuerzas, ambición o un poco de cada. 

Una vez más, el Tourmalet fue el bochorno que viene siendo en las últimas ediciones y en Plateu de Beille, llegaron todos juntos de la mano, a excepción de Valverde y su inexplicable afán por recortar segundos en lugar de arriesgar a ganar minutos.


Con la general tal cual estaba tras la primera montaña seria del Tour, nos plantamos en el siempre interesante –efectista más que efectivo- macizo central, bien representado por la dura aunque sobrevalorada Mende. Allí vimos, en apenas 3 kilómetros, más que en el Tourmalet –lo que nos indica la chapuza de recorrido que ASO perpetró para esta edición- y nos dio idea de qué podía ocurrir en los Alpes: Quintana combativo, Froome sin el punch de La Pierre, Valverde en un papel de joker y Nibali y Contador por detrás de éstos.


Tras el segundo día de descanso, se produjo el abandono de Van Garderen yendo en puestos de podio, lo que no hace sino aumentar la poca credibilidad de este deporte. Una vez que el aficionado sabe lo que se cuece entre bambalinas –ahí están los libros de Hamilton, las investigaciones policiales, el informe USADA-, cada vez que tras un dia de descanso se produce un abandono como el protagonizado por el americano, es imposible acallar la rumorología.


El tercer clasificado en París, y el chófer del Movistar.
De esta forma, se afrontaba el último bloque de montaña: los Alpes. Nos encontrábamos con un líder que aventajaba a sus rivales en más de 3 minutos, pero parecía haber terreno –aunque los kilometrajes fuesen de juveniles- y lo más esperanzador era que el Movistar aglutinaba al segundo y tercer corredor que más subían. 


Evidentemente, nada más lejos de la realidad con el equipo navarro; un equipo que se ha conformado con quedar segundo y tercero, que da buenos puntos UCI, visibilidad a la marca que pone el dinero pero que NO ES GANAR el Tour. Han perdido una oportunidad tremenda de jugar a ganar con dos bazas, y se han mostrado como un equipo pequeño, cuando por presupuesto, corredores e historia, es una estructura gigantesca.


El dia de Pra Loup perdieron una oportunidad ideal, contando con –como ya hemos dicho- 2 de los 3 corredores más fuertes subiendo, amén de varios corredores filtrados en la fuga para poder hacer de puente. En lugar de jugar a ganar, jugaron a distanciar a Thomas y Contador para el podio; dejando imágenes para el bochorno como tirar del grupo en el que iba Froome en Pra Loup, en lugar de freirle a ataques alternos entre Quintana y Valverde. Nuevamente, el podio entró en meta en diferencias de 7 segundos. Nulas, viendo la etapa y oportunidades malgastadas.



Al día siguiente, el Tour llegaba a Saint Jean de Maurienne, tras subir el Glandon o el pintoresco puerto de Lacets, con los corredores de la general entrando juntos en meta. En los últimos metros de la última dificultad de la jornada, se pudo ver como Froome tenía dificultades para seguir la rueda de Thomas, pero ya era tarde y habían desaprovechado el Glandon para poner su liderato en peligro.


Llegaba la carrera a la etapa reina de la edición –como mucho, princesa, por el irrisorio kilometraje: 138-, donde se afrontarían Chaussy de salida, y encadenado Croix de Fer, Mollard y La Toussuire. La carrera empezó loca, con cortes en los que se encontraban Valverde, Contador o Nibali, y el SKY quedó reducido a Poels acompañando al líder, pero que logró controlar la carrera justo en la cima del primer puerto.


Segundo Tour para Froome. Tercero en el que es el más fuerte.
Una vez coronado Chaussy, Movistar siguió sin querer jugar a ganar y permitió que más SKY contactasen con el primer grupo para acompañar a su líder. Ya en la Croix de Fer, hubo intentos por parte de los gallos a los que Froome llegaba con su característico estilo de mirar a la potencia en lugar de al frente; hasta que tuvo que poner pie a tierra por un problema con la rueda y el piso del puerto. En ese momento Nibali  atacó y nadie más pudo –o quiso- seguirle, en lo que era el ‘ahora o nunca’ para Nairo o Valverde. 


Iniciado el raid alpino por parte del siciliano, encontró a Rolland intercalado y se acabaría haciendo con la etapa; mientras que por detrás Majka ponía ritmo de ‘safety-car’ para Contador y Nairo conseguió por fin irse de Froome y recortarle 30’’ en la meta; a todas luces insuficiente para su objetivo, relación de fuerzas y oportunidades.


La última etapa -110 km, un recorrido vergonzoso- nos ofrecía la incógnita de si Nairo recortaría los 2’38’’ que tenía en desventaja con Froome y si Valverde sería capaz de defender el –casi- minuto y medio que sacaba a Nibali. Y el tema raíz: si Movistar jugaría a ganar o a defender el podio de Valverde, el corredor que durante una década ha sostenido él solito a la estructura navarra.


La respuesta la obtuvimos cuando en Croix de Fer, el murciano saltaba del grupo de favoritos buscando un movimiento intermedio para el ataque esperado de Quintana, que se produciría poco después. Poels llegó al rescate de Froome y dejando el grupo reducido a la mínima expresión –Poels, Froome y Nibali-, fue capaz de dejar a su líder a escasos 10’’ del dúo telefónico. Un ataque de Nibali y un acelerón de Froome sirvieron para frustrar el intento del colombiano de jugar a ganar.


Con todo como al inicio, la única opción que aún guardaba el colombiano sería hacer un ‘Carlos Sastre’ y atacar desde la base de Alpe D’Huez, aunque nuevamente utilizaron a Valverde como lanzador en primera instancia, y a los colombianos como ayudantes de lujo; Serpa primero aunque corra en otro equipo –en un caso de mercenariato como los de antaño- y Anacona –buen final de Tour- después.


Froome corrió sin cebarse, tranquilo y sabedor de su importante renta con Quintana. Ayudado por un increíble Poels y un gregario que le marca el tempo de subida como nadie, Porte; fue capaz de administrar la renta, y llegar a meta como ganador de su segundo Tour.




Celebrando el segundo puesto en la etapa y en la general. ¿Ambición?
A juzgar por la entrada en meta, parecería que Quintana también se encontraba satisfecho por su resultado; obviando que posiblemente si hubiese jugado correctamente sus bazas en el bloque alpino podría haber ganado el Tour. No sabemos si finalmente podrá ganar el Tour algún día, porque pese a su juventud, no se sabe que trazados ofrecerá ASO –dificilmente más favorables que este año- o si alguna irrupción le privará de poder subir a lo más alto del podio en Paris. 

Desde luego, este Tour lo ha tenido en las piernas.